¡Ya es Navidad!

Parece que fue ayer, pero lo cierto es que ya han pasado veintitres años desde aquel día en que se me ocurrió elaborar un Belén casero con unas pocas figuritas de barro. Quién me iba a decir a mi que aquel humilde Belén, que nació en la intimidad de mi hogar para avivar el espíritu navideño entre mis seres más queridos, sería el germen de una afición de la que pronto se hicieron eco mis amigos, vecinos más cercanos y, con el tiempo, todo el pueblo de Moya.



Quién me iba a decir a mi que aquel humilde Belén, que nació en la intimidad de mi hogar para avivar el espíritu navideño...

La voz se fue corriendo como un reguero de pólvora y cada año, por Navidad, gentes venidas de todos los rincones de la geografía canaria y del extranjero visitan el casco antiguo de Moya, con sus comercios y monumentos, para subir la cuestita de San Fernando y cumplir con una vieja tradición de gran arraigo en nuestra tierra: la célebre vista a los belenes. Ciertamente, la Navidad es para mí un tiempo de reencuentro con todos aquellos que en un mes de diciembre entraron por primera vez en mi casa. Si algo he aprendido en estos veintitres años es que, cuando alegras unos ojos curiosos, éstos siempre vuelven a la morada de uno para honrarla con calor y cariño. Este año esperaré con los brazos abiertos a los más de 9.222 corazones que visitaron mi Belén las navidades pasadas. Atraer a tanta gente es un mérito compartido y a muchos tengo que hacer llegar mis sinceros agradecimientos.



si algo he aprendido en estos veintitres años, es que cuando alegras unos ojos curiosos, estos siempre vuelven a la morada de uno para honrarla con calor y cariño.